domingo, 6 de octubre de 2013

Soy librero

"En los cafés me acuerdo de los sueños, un no man's land suscita el otro; ahora me acuerdo de uno, pero no, solamente me acuerdo de que debí soñar algo maravilloso y que al final me sentía como expulsado del sueño que irremediablemente quedaba a mis espaldas". Julio Cortázar. Rayuela.


Parece que tenga la necesidad de repetirlo para ser consciente de ello. Soy librero. Desde octubre, mes otoñal y revolucionario. La librería Tusitala es el hogar de este librero, y pretende ser mucho más que una tienda: lugar de encuentro, de café, de tertulia… todo aquello que siempre imaginé que debería ser una librería, que compartí con mis queridos y letraheridos compañeros de viaje, que glosé en casi todo cuanto he escrito. En la mayoría de mis ficciones aparece al menos un café literario, que es ese término del siglo pasado que mejor define la cuestión. También, por descontado, en las ficciones de mis maestros: ya decía Julio Cortázar, cuyo fantasma busqué en el café Old Navy de París, que son el territorio neutral para los apátridas del alma.

La librería soñada tiene igualmente su anclaje en la realidad, cómo no. El paradigma de esa librería en la que uno quisiera quedarse a vivir como en una isla conectada mediante miles de ramificaciones de papel a todos los lugares del mundo es sin duda Shakespeare & Company; librería-refugio, librería-oasis, librería-laberinto. Hay un referente más cercano, sin embargo, una librería que seguirá siempre en mi recuerdo y que constituye el germen de la amistad a lo largo, por decirlo en palabras de Jaime Gil de Biedma, que mantengo con varias de las personas más importantes de mi vida: la desaparecida librería La Bohemia, cuyo fantasma, como el de Julio, flirtea todavía entre las almas de algunos habitantes de esta ciudad.

Ser librero es un regalo y al mismo tiempo un desafío, sobre todo con tan elevados referentes. Habré de aprender a serlo. La mayor suerte es que vender libros es también leerlos, recomendarlos, conversar sobre ellos, dejarse llevar por los consejos y las peticiones de los clientes. Curioso pensar que hasta ahora vendía un solo libro, el mío, dos como mucho, y ahora vendo o podría vender TODOS los libros. Como la biblioteca de Babel de Jorge Luis Borges, toda librería es potencialmente una librería infinita. Espero que Tusitala, el que cuenta historias, no tarde en convertirse en amigo vuestro y lo sea por un tiempo digamos que, si no infinito, sí ilimitado.

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2 comentarios:

  1. Sabes que te deseo mucha suerte en tu nuevo empeño. Traes fuerza y creo que vas a conseguir lo que te propones, que Tusitala forme parte de nuestra alma lectora, de nuestro día a día. Un abrazo

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  2. ¡Ojalá, Anabel! Muchas gracias por tu apoyo. Un abrazo grande.

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