domingo, 22 de mayo de 2011

Imagina (La República de Sol)

Imagina que hay una guerra y no va nadie. Imagina que hay unas elecciones y en mitad de la monarquía de la desidia se instaura una pequeña gran república, la República de Sol. Imagina que esa república diminuta crece y crece, se multiplica en otras plazas de otras ciudades y de otros países. Imagina que vamos, que gritamos, que aplaudimos, que reímos y lloramos juntos. Imagina que empieza un domingo, el día del sol, y que a los primeros indignados se unen muchos más, que nos organizamos, que acampamos (yes we camp), que creamos talleres y comisiones y actividades y una cocina y un ágora y una biblioteca y nos convertimos en ciudadanos plenos de nuestra propia república, la república de mayo. Imagina que si esta democracia no nos vale, inventamos la nuestra, la de todos. Imagina que ya estamos allí, que nos sentamos a escuchar frente al balcón donde se proclamó aquella otra república, la república de abril. Imagina que cantamos Imagine, que nos unimos a una asamblea donde puede intervenir desde un niño a un anciano. Imagina que salgo a hablar porque ya no aguanto más, imagina que hablo del maestro Labordeta. Imagina que nos damos un abrazo, o dos, o tres. Imagina que nos encontramos con un amigo jugón y con un amigo fotógrafo, con dos tertulianas, con Juani que está currando en las cocinas desde hace unos cuantos días. Imagina todos los carteles, los lemas, las consignas; la rabia y la indignación y el hartazgo convertidos en motor del cambio y de la imaginación. Imagina que cumplo años en el Año Uno de la República de Sol. Imagina que seguimos. Hasta la victoria siempre. 

__

viernes, 6 de mayo de 2011

Brothers in arms

[Antes de saborear esta entrada, conviene ver
-mejor a pantalla completa- el viejo videoclip que le sirve de título]


A pesar de la escasa memoria remota del que esto suscribe, hay determinados recuerdos que me acompañan de por vida, que se obstinan en desaparecer y emergen muy de vez en cuando, persistentes.

Alrededor del año 1985, en plena infancia, me recuerdo absorto contemplando esta mezcla entre dibujo e imagen real, maravillado ante la silueta de Mark Knopfler sobre un acantilado; escuchando las palabras "mist covered mountains", tan evocadoras, sin entenderlas en absoluto; y persiguiendo con la mirada el velero que navega a través de su ojo...  Supongo que aquel niño devorador de historietas se sentía atraído por los rápidos trazos de lápiz, y por el inconfundible rasgueo de guitarra tantas veces oída al lado de mi padre. No me hacía falta saber que estaba ante un himno antibelicista, ni que Dire Straits acabaría configurando buena parte de mi educación musical.

Luego, con el paso del tiempo, he escuchado en directo Brothers in arms en dos ocasiones (la más reciente, el último verano), atravesado montañas cubiertas de niebla (sobre todo con la imaginación), leído innumerables cómics y paseado por ciudades oscuras, perdido a mi padre, escrito una novela sobre la guerra, navegado en velero, recorrido los acantilados de Howth en compañía de un amigo poeta.

En algún momento posterior a aquel descubrimiento de finales de los ochenta, alentado por vagas nociones de inglés, me recuerdo preguntándome si el título querría decir "hermanos en brazos" o bien "hermanos en armas". Ahora la duda está más que resuelta, aunque prefiera quedarme con la ambigüedad de entonces, acaso porque a lo que realmente me invita este tema es a abrazar a mis actuales compañeros de infortunio, a mis hermanos en armas.

__