jueves, 25 de octubre de 2012

Combates de este tiempo


En menos de una semana he asistido a sendas conferencias de Julio Anguita y Carlos Taibo. Ambas en Badajoz, a pesar de que en esta ciudad supuestamente nunca pasa nada y por lo tanto no ocurre acontecimiento cultural alguno.

Anguita, explicándose
Antes de entrar en el fondo de sus intervenciones, hagamos un poco de arqueología sentimental, aprovechando la coincidencia en el espacio pacense de tan insignes oradores: a Anguita no lo veía desde que fui a un mitin suyo, también en Badajoz, supongo que a principios de los años 90, probablemente en el desaparecido cine Menacho. Entonces era coordinador general de Izquierda Unida, y el abajo firmante tan joven que no había votado nunca. Ahora, octubre de 2012, Julio lleva años retirado de la clase política, que no del combate político, y a un servidor  hace ya tiempo que se le quitaron las ganas de votar, aunque lo siga haciendo.

En cuanto a Carlos Taibo, tuve el buen gusto de invitarle en nombre del muy extinto Foro Social de Guadalajara, años 2004 y 2005, a impartir allí su magisterio, otra ciudad en la que tampoco sucede nada digno de mención. La primera vez acudió a presentar uno de sus muchos libros, la segunda a participar en un debate preelectoral sobre el referendo a la Constitución Europea (de aquellos polvos, estos recortes). Sin embargo, mi recuerdo más reciente del profesor Taibo data de mayo del año pasado, sí, aquel mes que alumbró el 15M y su inspiradora República de Sol. Precisamente fue Carlos Taibo quien, sin saberlo, dio carta de naturaleza al movimiento con su discurso al finalizar la manifestación del mismo 15 de mayo que devendría en acampada. No tuve la suerte de presenciar aquel discurso, pero sí de verlo en diferido gracias a este enlace y a quien generosamente me lo envió.

Taibo, en sede universitaria
De manera que, arqueología sentimental aparte, nos enfrentamos a dos intelectuales de renombre que coinciden en buena parte del análisis sobre la crisis actual (pero no es crisis, sino estafa), aunque sus trayectorias sean bien distintas. Anguita, habiendo dejado muy atrás su carrera como político profesional, sigue irreductible en la dialéctica de la que tantos se burlaban antaño, acusándolo casi de loco: sus peroratas anti-Maastricht (un tratado que impide a los Estados pedir dinero a sus bancos nacionales), sus llamamientos a cumplir con la Constitución (modificada, recordó, por el PPSOE en 2011 para obligarnos a pagar la deuda a los bancos alemanes) o a superarla por una republicana. Ha pasado el tiempo y la verdad desagradable asoma, como diría Gil de Biedma: Anguita se ha convertido a su pesar en Casandra, condenada según el mito a profetizar el futuro y a que sus advertencias sean desoídas. Puesto que aquel futuro fatídico ya está aquí (y en su versión más nefanda), nos propone construir una alternativa alejada de la política profesional a través de su programa Frente Cívico-Somos Mayoría, y tomar medidas que pasan por nacionalizar los sectores estratégicos y salir del euro.

Carlos Taibo, profesor de Ciencias Políticas, es activo partícipe y analista del 15M, de la misma manera que durante la primera mitad de la pasada década lo fue del movimiento etiquetado como antiglobalización. Nos habla de un evidente proceso de desclasamiento de las clases medias; de la incapacidad (cuando no complicidad) de los políticos profesionales (especialmente los socialdemócratas) y de los sindicatos mayoritarios para hacer frente a la estafa (que no crisis); de las virtudes y los defectos del 15M, que debe escoger entre contestar la epidermis del sistema (pidiendo reformas como la de la ley electoral) o su núcleo (mediante la construcción de un espacio autónomo que pase por la autogestión y el antimercantilismo).

La conclusión de Anguita es que, más allá de grandes discursos, más allá de comunismo o de socialismo, bastaría con cumplir la Declaración Universal de Derechos Humanos, que prácticamente todos los países han firmado. La de Taibo, que ante el previsible agravamiento de la crisis estafa, todo conduce a un escenario de revuelta social. A mí me da que, en cierto modo, la revolución o sucede en Badajoz o no será.

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