En menos de una semana he asistido a sendas conferencias de Julio Anguita y Carlos Taibo. Ambas en Badajoz, a pesar de que en esta ciudad supuestamente nunca pasa nada y por lo tanto no ocurre acontecimiento cultural alguno.
Anguita, explicándose |
Antes de entrar en el
fondo de sus intervenciones, hagamos un poco de arqueología sentimental,
aprovechando la coincidencia en el espacio pacense de tan insignes oradores: a
Anguita no lo veía desde que fui a un mitin suyo, también en Badajoz, supongo
que a principios de los años 90, probablemente en el desaparecido cine Menacho.
Entonces era coordinador general de Izquierda Unida, y el abajo firmante tan
joven que no había votado nunca. Ahora, octubre de 2012, Julio lleva años
retirado de la clase política, que no del combate político, y a un
servidor hace ya tiempo que se le
quitaron las ganas de votar, aunque lo siga haciendo.
En cuanto a Carlos Taibo,
tuve el buen gusto de invitarle en nombre del muy extinto Foro Social de
Guadalajara, años 2004 y 2005, a impartir allí su magisterio, otra ciudad en la
que tampoco sucede nada digno de mención. La primera vez acudió a presentar uno
de sus muchos libros, la segunda a participar en un debate preelectoral sobre
el referendo a la Constitución Europea (de aquellos polvos, estos recortes).
Sin embargo, mi recuerdo más reciente del profesor Taibo data de mayo del año
pasado, sí, aquel mes que alumbró el 15M y su inspiradora República de Sol.
Precisamente fue Carlos Taibo quien, sin saberlo, dio carta de naturaleza al
movimiento con su discurso al finalizar la manifestación del mismo
15 de mayo que devendría en acampada. No tuve la suerte de presenciar aquel
discurso, pero sí de verlo en diferido gracias a este enlace y a quien
generosamente me lo envió.
Taibo, en sede universitaria |
De manera que,
arqueología sentimental aparte, nos enfrentamos a dos intelectuales de renombre
que coinciden en buena parte del análisis sobre la crisis actual (pero no es
crisis, sino estafa), aunque sus trayectorias sean bien distintas. Anguita, habiendo
dejado muy atrás su carrera como político profesional, sigue irreductible en
la dialéctica de la que tantos se burlaban antaño, acusándolo casi de loco: sus
peroratas anti-Maastricht (un tratado que impide a los Estados pedir dinero a sus bancos
nacionales), sus llamamientos a cumplir con la Constitución (modificada, recordó, por el
PPSOE en 2011 para obligarnos a pagar la deuda a los bancos alemanes) o a
superarla por una republicana. Ha pasado el tiempo y la verdad desagradable
asoma, como diría Gil de Biedma: Anguita se ha convertido a su pesar en
Casandra, condenada según el mito a profetizar el futuro y a que sus
advertencias sean desoídas. Puesto que aquel futuro fatídico ya está aquí (y en
su versión más nefanda), nos propone construir una alternativa alejada de la
política profesional a través de su programa Frente Cívico-Somos Mayoría, y tomar medidas que pasan
por nacionalizar los sectores estratégicos y salir del euro.
Carlos Taibo, profesor de
Ciencias Políticas, es activo partícipe y analista del 15M, de la misma manera que
durante la primera mitad de la pasada década lo fue del movimiento etiquetado
como antiglobalización. Nos habla de un evidente proceso de desclasamiento de
las clases medias; de la incapacidad (cuando no complicidad) de los políticos
profesionales (especialmente los socialdemócratas) y de los sindicatos
mayoritarios para hacer frente a la estafa (que no crisis); de las virtudes y
los defectos del 15M, que debe escoger entre contestar la epidermis del sistema
(pidiendo reformas como la de la ley electoral) o su núcleo (mediante la construcción de un espacio autónomo que pase por la
autogestión y el antimercantilismo).
La conclusión de Anguita
es que, más allá de grandes discursos, más allá de comunismo o de socialismo, bastaría
con cumplir la Declaración Universal de Derechos Humanos, que prácticamente
todos los países han firmado. La de Taibo, que ante el previsible agravamiento
de la crisis estafa, todo conduce a un escenario de revuelta social. A mí me da
que, en cierto modo, la revolución o sucede en Badajoz o no será.
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