viernes, 1 de mayo de 2020

La Casa de Papel: inyección de liquidez



Estamos consumiendo muchas series. Cada vez más. Y una de las series de moda es La casa de papel, cuya cuarta temporada acaba de estrenarse. Con la particularidad de ser una serie de gran éxito internacional, pero de producción propia. Made in Spain. Para que luego digan que todo lo bueno viene de fuera.

La casa de papel es irregular pero engancha, se basa en un “atraco perfecto” más o menos verosímil pero salpicado de romances inverosímiles, se apoya en grandes actuaciones y personajes pero arrastra otros apenas dibujados, y no esconde sus influencias: desde la genial Inside Man (Spike Lee, 2006) hasta la evidente resonancia de la novela gráfica V de Vendetta, publicada en los ochenta por Alan Moore y David Lloyd.

Atracadores ataviados con caretas de Dalí, que convierten esa máscara en símbolo de resistencia popular frente a un sistema injusto y opresor. ¿Les resulta familiar? Hay claras referencias al 15M, al movimiento feminista, a la lucha obrera y antifascista, al terrorismo de Estado. Y todo ello presentado bajo un envoltorio muy comercial, perfectamente apto para todos los públicos. Aunque quizá la línea de guión más significativa se encuentre en el capítulo final de la segunda temporada, en una escena en la cual el Profesor afirma: “En el año 2011 el Banco Central Europeo creó de la nada 171 mil millones de euros. Ese dinero fue a parar a los bancos. A los más ricos. ¿Dijo alguien que el Banco Central Europeo fuera un ladrón? Inyección de liquidez lo llamaron, y lo sacaron de la nada. Yo estoy haciendo una inyección de liquidez. Pero no a la banca. La estoy haciendo aquí, en la economía real de este grupo de desgraciados”.

Sin embargo, como todo producto de entretenimiento, La casa de papel no escapa a sus propias contradicciones: creada gracias a Antena 3, cadena que no destaca precisamente por su ideario revolucionario y anarquista; popularizada en todo el mundo gracias a Netflix, emporio que, como es habitual en las grandes compañías, se caracteriza por la evasión fiscal. Y ya sabemos, como cierto virus se ha encargado de recordarnos, que sin impuestos cuesta mucho más salvar vidas. Ni siquiera en situaciones de extrema necesidad, como la que estamos atravesando ahora, la legislación europea permite proporcionar dinero directamente a los Estados miembros. La Unión Europea está diseñada para pasar siempre por la banca privada, que ni siquiera está obligada a prestar luego ese dinero que se le regala, y cuando lo presta lo hace aumentando los intereses, por supuesto. Ahora que se planea una nueva inyección de liquidez a la banca como respuesta a la actual crisis, me pregunto quién se va a encargar de que ese dinero llegue a la economía real, es decir, a este grupo de desgraciados que pagamos impuestos.