Our revels now are ended. These our actors,
as I foretold you, were all spirits and
are melted into air, into thin air:
and, like the baseless fabric of this vision,
the cloud-capp'd towers, the gorgeous palaces,
the solemn temples, the great globe itself,
yea, all which it inherit, shall dissolve
and, like this insubstantial pageant faded,
leave not a rack behind. We are such stuff
as dreams are made on, and our little life
is rounded with a sleep.
“Nuestra fiesta ya ha terminado”. Así puede traducirse esta frase pronunciada por Próspero en La tempestad, de un tal William Shakespeare. Eso se nos dice de un tiempo a esta parte desde las altas instancias del poder, ese poder que no se tambalea ni cambia de manos ni deja de ser obscenamente rico a pesar de la crisis: “la fiesta ha terminado, deshaceos de la ilusión de progreso y bienestar en la que os habíamos dejado creer; guardad vuestro disfraz de acomodados burgueses, ya lo no necesitaréis”. Sin embargo, y siguiendo con la cita de Shakespeare, los palacios espléndidos y los templos solemnes permanecen, indestructibles. Pero nosotros, pobres de clase media, hemos agachado la testuz y admitido el dictamen. Algunos incluso han votado con loco entusiasmo (el entusiasmo no del actor, sino de la marioneta) por el actual y popular cambio a peor.
El único intento de rebelión se inició hace ya casi un año: aquel invierno de nuestro descontento (de nuevo Shakespeare) convertido en el glorioso verano de Sol. La rebeldía se dirigió entonces menos a intentar algún tipo de transformación social digna de tal nombre que a castigar (muy merecidamente) a quienes nos habían dejado a los pies de los caballos, escondidos tras las siglas de un partido otrora con pretensiones revolucionarias. No es de extrañar que los protagonistas del 15M, esos jóvenes españoles sobradamente estafados y además conscientes de su condición de víctimas de la estafa, salieran a la calle para decir basta. Pero no basta. El acceso al poder (al poder nominal) del sector no enmascarado del Partido Único tuvo lugar en noviembre sin siquiera la coreografía de acampadas y manifestaciones que se esperaba. ¿Acaso ha concluido ya la representación? ¿O es que, muy al contrario, somos tan conscientes de la farsa que aceptamos nuestro papel de simples extras, ocasionales actores de reparto que sólo sirven para que la obra siga el guión establecido?
Resulta llamativo que esta palabra inglesa, revels, cuyo significado es festejo o celebración, provenga del normando reveler, es decir, rebelarse. Tal vez esto explique que las movilizaciones sociales casi siempre se desarrollen en tono festivo (a pesar de la gravedad de la situación a la que nos enfrentamos, o precisamente a causa de ella), y que el mayor y más inmediato beneficio de las protestas del 15M fuera que uno se sentía acompañado, identificado, arropado por los demás como acostumbra a pasar en las celebraciones. Aunque me pregunto si, además de la fiesta, la rebelión también se habrá terminado.
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Ahora que vuelvo a ser participante activo de la blogosfera, me parece especialmente oportuno el debate que sugieres.
ResponderEliminarYa te comenté a modo personal que me parece que el 15M es la única iniciativa que ha aportado una perspectiva lúcida de lo que está pasando a nivel global. También te comenté que no me convencía el elemento asambleario y anti-partidista del movimiento. Si quieres cambiar algo, tienes que mojarte realmente, estableciendo estructuras sólidas y, por tanto, jerarquías. Por otra parte, la única estructura política sólida que se permite en nuestro sistema es el partido político.
He conocido más de un caso de personas que se entusiasmaron con el 15M y han terminado en los incipientes partidos alternativos como Equo. El culto a lo asambleario lleva al perpetuo debate improductivo.
Otra cosa es que, tomando la iniciativa del 15M seamos creativos y nos replanteeemos cómo queremos que sean los partidos del siglo XXI y por lo tanto recarguemos la democracia de un modo participativo.
Esto no quita valor a lo que hacen los chicos del 15M, que como grupo de presión y reserva ética de la política son insustituibles.
No sin cierto retraso, te contesto diciendo que estoy plenamente de acuerdo con tus comentarios.
ResponderEliminarSólo un apunte más: la paradoja en la que se mueve el 15M desvela la paradoja fundamental de la democracia (o más bien partitocracia) en la que vivimos: mientras que el movimiento de los indignados surge como rechazo al sistema de partidos, no parece poder cambiar nada si no se estructura como partido o al menos se integra en dicho sistema. Suma cero, trampa de la partitocracia para anular toda contestación a su hegemonía.