1. Tsundoku
Es la palabra japonesa que
designa esa pila de libros pendientes de leer que suele colocarse en la mesilla
del dormitorio. Lo supe gracias a una clienta de Tusitala. Mi tsundoku consta ahora mismo de estos
títulos: Una cierta idea de mundo, de
Alessandro Baricco, del cual ya hablamos en una de nuestras recomendaciones en vídeo; Tierra
de mujeres, un ensayo de la veterinaria María Sánchez sobre la importancia
de la mujer en el mundo rural; y también Cartas
de Papá Noel, de JRR Tolkien, en exquisita edición de Minotauro. No es que
ahora con esto de quedarme en casa tenga más tiempo para leer, entre tareas
domésticas y cuidado de la joven Hilda. Pero seguro que vosotros sí: a quienes
estáis al otro lado de la pantalla, os animo a contar mediante un comentario en
este blog o en vuestras propias redes sociales qué vais a leer, es decir,
cuál es vuestro tsundoku.
2. Disculpas
Lo sé: en la primera entrega del presente diario prometí que escribiría una entrada
al día, y voy al segundo día y fallo. Ustedes disculpen mi exceso de ambición.
Vamos a dejarlo en una entrada semanal como mínimo, procuraré escribir
más de una vez a la semana. Resulta sintomático que pasemos a contar por semanas
lo que antes contábamos por días. Esto del virus va para largo, y lo sabemos.
3. Mermelada de naranja
Quedarse encerrado en casa cambia
algunas costumbres. Me pasé la mañana de ayer haciendo mermelada. Necesitaba esa
sensación de tener las manos ocupadas mientras se vacía el pensamiento, pero
seamos claros: la mermelada fue obra de un robot de cocina, yo me limité a
añadir ingredientes y seguir las instrucciones de la receta. Y sin embargo,
aunque sea cocinar para torpes, se parece bastante a cocinar: el vapor de las
naranjas cociéndose lo inundaba todo de un aroma dulce, no hacía falta echarle
mucho azúcar ni mucha imaginación para verme llevado por un momento al campo, a
un terreno de cítricos y azahar. Y es que las naranjas son de mi pueblo, de mi
casa en el pueblo. Los árboles son nuestros, y esta es una frase extraña en
estos tiempos de vida tan urbana.
4. Más aplausos
Hay gente ahí fuera que sigue
partiéndose el pecho por contener el virus, no lo olvidemos. Destacan los
profesionales de la sanidad pública, pero también otras trabajadoras que mantienen
el país en marcha, a pesar de todo. Se repiten a diario los aplausos en los
balcones para todas ellas. Me cuentan que el domingo, día del primer aplauso,
había un niño triste que no había podido celebrar su cumpleaños, cancelado como
tantas otras cosas canceladas estos días. Al oír los aplausos del vecindario se
quedó estupefacto, y enseguida preguntó por qué se aplaudía. Su madre le dijo
que los aplausos eran para él, por su cumpleaños. Creo que todavía le dura
la sonrisa al muchacho.
Bueno, mi Tsundoku es bastante extenso, por lo que mejor no lo comento. Sólo decir que estoy ajustando viejas cuentas pendientes con algunos libros.
ResponderEliminarMuy bueno! Sigue así.
ResponderEliminar;)
ResponderEliminarMi Tsundoku: Facha, Jason Stanley, Ed. Blackie Books y Hacia la Sobriedad Feliz, Pierre Rabi, Ed. Errata Naturae. El coronavirus puede que ayude a que se renueve. Un fuerte abrazo y besos para los tres.
ResponderEliminarCuánta mies. Cuidaos los tres!
ResponderEliminarMuchas gracias, buena gente y buenas lecturas veo por aquí ;-)
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