martes, 17 de marzo de 2020

Diario del virus, segunda entrega


1. Tsundoku

Es la palabra japonesa que designa esa pila de libros pendientes de leer que suele colocarse en la mesilla del dormitorio. Lo supe gracias a una clienta de Tusitala. Mi tsundoku consta ahora mismo de estos títulos: Una cierta idea de mundo, de Alessandro Baricco, del cual ya hablamos en una de nuestras recomendaciones en vídeo; Tierra de mujeres, un ensayo de la veterinaria María Sánchez sobre la importancia de la mujer en el mundo rural; y también Cartas de Papá Noel, de JRR Tolkien, en exquisita edición de Minotauro. No es que ahora con esto de quedarme en casa tenga más tiempo para leer, entre tareas domésticas y cuidado de la joven Hilda. Pero seguro que vosotros sí: a quienes estáis al otro lado de la pantalla, os animo a contar mediante un comentario en este blog o en vuestras propias redes sociales qué vais a leer, es decir, cuál es vuestro tsundoku.

2. Disculpas

Lo sé: en la primera entrega del presente diario prometí que escribiría una entrada al día, y voy al segundo día y fallo. Ustedes disculpen mi exceso de ambición. Vamos a dejarlo en una entrada semanal como mínimo, procuraré escribir más de una vez a la semana. Resulta sintomático que pasemos a contar por semanas lo que antes contábamos por días. Esto del virus va para largo, y lo sabemos.

3. Mermelada de naranja

Quedarse encerrado en casa cambia algunas costumbres. Me pasé la mañana de ayer haciendo mermelada. Necesitaba esa sensación de tener las manos ocupadas mientras se vacía el pensamiento, pero seamos claros: la mermelada fue obra de un robot de cocina, yo me limité a añadir ingredientes y seguir las instrucciones de la receta. Y sin embargo, aunque sea cocinar para torpes, se parece bastante a cocinar: el vapor de las naranjas cociéndose lo inundaba todo de un aroma dulce, no hacía falta echarle mucho azúcar ni mucha imaginación para verme llevado por un momento al campo, a un terreno de cítricos y azahar. Y es que las naranjas son de mi pueblo, de mi casa en el pueblo. Los árboles son nuestros, y esta es una frase extraña en estos tiempos de vida tan urbana.

4. Más aplausos 

Hay gente ahí fuera que sigue partiéndose el pecho por contener el virus, no lo olvidemos. Destacan los profesionales de la sanidad pública, pero también otras trabajadoras que mantienen el país en marcha, a pesar de todo. Se repiten a diario los aplausos en los balcones para todas ellas. Me cuentan que el domingo, día del primer aplauso, había un niño triste que no había podido celebrar su cumpleaños, cancelado como tantas otras cosas canceladas estos días. Al oír los aplausos del vecindario se quedó estupefacto, y enseguida preguntó por qué se aplaudía. Su madre le dijo que los aplausos eran para él, por su cumpleaños. Creo que todavía le dura la sonrisa al muchacho.



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6 comentarios:

  1. Bueno, mi Tsundoku es bastante extenso, por lo que mejor no lo comento. Sólo decir que estoy ajustando viejas cuentas pendientes con algunos libros.

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  2. Mi Tsundoku: Facha, Jason Stanley, Ed. Blackie Books y Hacia la Sobriedad Feliz, Pierre Rabi, Ed. Errata Naturae. El coronavirus puede que ayude a que se renueve. Un fuerte abrazo y besos para los tres.

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  3. Muchas gracias, buena gente y buenas lecturas veo por aquí ;-)

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