domingo, 22 de marzo de 2020

Diario del virus, tercera entrega


1. Corinnavirus (un cuento)

Érase una vez un reino peninsular con un rey malvado que caía muy simpático a sus súbditos. Los paisanos sabían de él que robaba y que tenía muchas amantes, pero como tal comportamiento era propio de la corona, los paisanos lo aceptaban con un encogimiento colectivo de hombros. No obstante, aquel rey malvado fue haciéndose viejo y torpe, hasta el punto de verse obligado a abdicar en su hijo, el rey preparado. Poco tiempo después una terrible maldición se abatió sobre el reino, causando estragos y muerte a su paso. Los paisanos combatieron la maldición con todos los remedios a su alcance, hasta que un día supieron que el nuevo rey, el preparado, iba a salir al balcón del castillo para hablar ante sus súbditos. Los paisanos se fueron congregando a las puertas de la fortaleza, con la esperanza de escuchar que el monarca había logrado erradicar la maldición. Sin embargo, el rey les dijo que en realidad su padre había tenido más amantes y que había robado más de lo que se creía, mucho más en verdad, pero que aquello no volvería a ocurrir. Los paisanos, tan perplejos como indignados, entrechocaron una miscelánea de enseres, palos y cacerolas, hasta hacer temblar los cimientos del castillo. Después, se dieron la vuelta colectivamente y continuaron combatiendo la maldición por sus propios medios.


2. Corinnavirus (una realidad)

Corinna es el nombre de la famosa presunta amante de Juan Carlos de Borbón. Su virus consiste en haber inoculado suficiente información para que un tribunal suizo y la Fiscalía Anticorrupción española estén investigando al monarca por presuntos delitos de blanqueo de capitales y evasión fiscal. Pero como todo virus, se ha expandido con presteza y afecta ya a su hijo, especialmente tras publicarse en un diario británico que Felipe de Borbón figura como beneficiario en el paraíso fiscal donde su padre, presuntamente, guarda los millones presuntos que le regala Arabia Saudí. Todo esto Felipe lo sabía hace un año, como admite en el reciente comunicado donde renuncia a la herencia paterna, pero no lo ha hecho público hasta ahora, cuando ya no puede seguir ocultándolo, cuando la población española está atravesando momentos de gran sufrimiento e incertidumbre. La noche del miércoles, Felipe salió en todas las teles para hablar del coronavirus, pero no dijo nada del corinnavirus, ni del comunicado de la Casa Real emitido el domingo; tampoco desveló el misterio de cómo se puede renunciar a una herencia mientras el titular sigue con vida, ni mucho menos resolvió la paradoja de renunciar a la parte de la herencia que le mancha, pero no a ser Jefe de Estado, que en el Reino de España es un cargo hereditario. Resumiendo: decía Charles Maurice de Talleyrand, allá por el siglo XVIII, que “es costumbre monárquica el robar, pero los Borbones exageran". 


3. Parásitos

Cambiamos de asunto, aunque no lo parezca por el título del epígrafe. Un buen recurso para llenar estas horas de confinamiento y desasosiego es sin duda el cine. Hace dos noches estuvimos viendo la película surcoreana Parásitos, tan elogiada y premiada. Voy a ponerme las gafas y adoptar la pose de Carlos Boyero para realizar mi propia crítica: la factura técnica es impecable y la dirección de actores correcta, pero el guión es muy tramposo. Parásitos intenta jugar a dos barajas, a la denuncia social descarnada y a la comedia bufa, quedándose a medio camino de ambas. Para el gusto de quien esto suscribe, hay ejemplos de mejor cine que divierte e incomoda a la vez, véase la reciente La odisea de los giles, que acaso sea demasiado amable y por eso mismo reconforta y recompensa al espectador por su paciencia. Y bueno, si me quito las gafas y la afectación de Boyero, os diré que Parásitos no está mal, pero que no entiendo tanta fama como ha merecido.


4. El desierto de lo real

Me está acompañando en estos días de encierro el filósofo Santiago Alba Rico. Por una parte, leo su libro de cuentos Última hora, que no estaba en mi tsundoku pero que he rescatado de Tusitala. Sí, el jueves fui a mi librería, sintiéndome casi como un ladrón de tumbas que profana un recinto tan sagrado como en ruinas. Luego, una vez dentro y a la media luz que llegaba del exterior, comprobé que todo estaba en orden, que podría volver a abrir en ese momento como si ninguna pandemia hubiera pasado, que ojalá a pesar de los muchos cambios que traen estos tiempos la librería Tusitala permanezca. Por otra parte decíamos, que me distraigo, me ha parecido enormemente esclarecedor este largo artículo de Alba Rico, donde reflexiona sobre el cambio de paradigma para la sociedad occidental que supone el impacto del puñetero coronavirus. Un artículo que comienza con el siguiente tuit: "Esta sensación de irrealidad se debe al hecho de que por primera vez nos está ocurriendo algo real. Es decir, nos está ocurriendo algo a todos juntos y al mismo tiempo. Aprovechemos la oportunidad". Amén.



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3 comentarios:

  1. "Cambiamos de asunto, aunque no lo parezca por el título del epígrafe" -> LOL
    Pues a mí parásitos si me gustó mucho. La escena de la tormenta, cuando vuelven a su "casa", es demoledora.
    Si te gustó la de los Giles, te recomiendo otra, es esa línea, pero para mi más redonda: El Cuento de las Comadrejas.

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    1. Me la apunto! Parásitos tiene grandes escenas, es verdad, pero es que tiene cosas que me parecieron muy poco creíbles, sobre todo a partir del momento en el que aparece la antigua sirvienta

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  2. Pues a mí el cuento qué no es coreano pero sí ibérico me ha gustado él trasfondo real, por no decir cínico, y así muchos aceptan la realidad como cuento, éste me ha gustado un chingo.

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